2002 Cerlac
Me gustaría abordar los siguientes temas:
La imagen como un primer signo;
la expresividad de algunas imágenes y su
capacidad de narrar historias;
la conjugación de los dos lenguajes: imagen
y texto.
Me gustaría también hacer una rápida
comparación entre el libro y la narración en los nuevos medios.
Me voy a permitir ejemplificar con mi
propio trabajo. Así al menos evitaré un equívoco: el de interpretar
erróneamente la intención del autor.
La cuestión propuesta en este seminario es
el de formar lectores comenzando el contacto con el libro lo más temprano
posible. No hablaremos ni de las narraciones orales, ni de las narraciones
leídas por los adultos a los niños, aunque éstas sean, a mi modo de ver, la dos
formas ideales de hacer que los niños se interesen por la literatura.
Comenzaremos nuestra charla con la imagen como primer texto.
El niño pequeño al hojear sus primeros
libros aprende a reconocer signos. El mundo puede ser representado y leído, es
lo que él descubre cuando nombra casa pelota, elefante. No importa si el libro
fue hecho o no con esa intención. Él se apodera del papel impreso y lee con
este enorme placer que nosotros, humanos, sentimos cada momento en que
comprendemos y experimentamos algo nuevo.
El niño será capaz de reconocer,
posteriormente, una secuencia de imágenes y comprender la estructura del libro,
este objeto, el códice, que en el último milenio fue la propia estructura de la
lectura. El niño aprenderá que el desarollo de una historia se realiza al pasar
las hojas y leerá las imágenes en sentido alfabético, mucho antes de conocer el
ABC.
A pesar de que el niño no tiene conciencia
de eso, y muchas veces los adultos tampoco, él comprenderá que, cuando su
personaje camina conforme la lectura alfabética, él estará yendo hacia
adelante; sin embargo, si contraría la lectura habitual y va hacia la
izquierda, estará volviendo hacia atrás. En este momento nuestro lector ya está
obviamente listo para seguir una trama lineal. Por cierto, ir y volver es la
trama de muchos libros de imágenes, incluso el mas conocido de ellos, Where the
wild things are.
El segundo punto que me gustaría abordar es
el de la expresividad. Está claro que la secuencia de imágenes a través de las
páginas tendrá contenido expresivo en la medida en que las imágenes sean
capaces de narrar una historia, de ser leídas como un cuento.
Nadie mejor que el propio niño para
enseñarnos como hacer eso. Un hecho curioso es que los primeros ilustradores,
cuando el libro manuscrito todavía suponía un público poco letrado, también
hacían eso muy bien, usando recursos bastante similares a los de los niños.
Para los iluministas, así como para los
niños, la perspectiva todavía no obedece las leyes rígidas del renacimiento y
de la perspectiva fotográfica. Ella puede ser usada para cosas más importantes
que intentar reproducir el mundo como él parece ser si lo vemos a través de un
marco de cuadro o de lente limitando la mirada.
Aceptemos la visión desencuadrada de los
niños, de los iluministas medievales y de tantos artistas de finales del siglo
XIX hasta el presente siglo XXI, como una posibilidad interesante de
representación del mundo para la narración por imágenes. Llamaremos a ésta
visión, perspectiva afectiva, ya que ella trata la cuestión de las proporciones
afectivamente. Y veamos a través de dibujos infantiles cómo ella nos ayuda a
contar una historia. Sabremos rápidamente por el tamaño, por ejemplo, quien es
la figura dominante si le pedimos a un niño un dibujo de su familia. En
Lowenfeld-Brittain* encontraremos otros ejemplos magníficos de la capacidad
narrativa de los dibujos de niños. Un dibujo donde vemos la montaña y la mina
dentro de la montaña, nos enseña que podremos ver simultáneamente, con una
mirada de rayos X, lo que pasa dentro y fuera.
Otro dibujo nos muestra como es fácil saber
lo que tenemos encima de la mesa, o el trayecto que el barco realizó durante el
picnic en la isla, pues rebatimos la perspectiva de acuerdo con nuestra
necesidad. Y podemos también resolver, de una manera simple y eficiente, la
cuestión de un dibujo con doble sentido, dibujando de cabeza para abajo los dos
amigos que se saludan, de cada lado de la calle. Veamos esa misma pespectiva en un libro mío, que puede ser
leído a partir de cualquiera de las dos tapas.
El uso del color puede también favorecer la
expresividad, si no nos preocupamos con su "realidad". En esta
ilustración más reciente no me importó la veracidad del color del gato, y sí su
contraste con el rojo. Quería resaltar la curiosidad del gato. Un tono más frío
y, por tanto, reflexivo, nos ayuda en la pregunta: ¿El gato piensa? en otra
pagina, o el contraste de las tonalidades acentúa el calor del color naranja y
la pereza del bicho. Sabemos que los colores tienen una temperatura que va del
azul violeta al rojo. En este libro exploro la relación de éstas temperaturas
con el azul turquesa fluorescente de la mirada del gato.
Los colores pueden también funcionar como
un signo. Veamos un ejemplo bien obvio. En el libro sobre un pequeño vendedor
junto a un semáforo, me apropié del significado de los colores en el tránsito.
Los colores verde, amarillo y rojo serán repetidos a través de las páginas y
también en los objetos o frutas dentro de la caja del niño. Dentro del código
conocido ellos dicen: pare, mire, antes de seguir.
En este libro traté también de aprovechar
que en el medio impreso tenemos un cambio del ángulo de lectura con el pasar de
las páginas . Y uso eso para acentuar el movimiento, colocando rodilla y codo
en el doblez de la hoja, o todo el niño apretado ahí, para acentuar el
significado de la composición de este dibujo.
Puedo inclusive, rebatir la perspectiva,
acentuando la separación de los personajes. Al pasar la hoja, comprenderemos
que se trata de la puerta del coche y que el niño mira por la ventana.
Ahora bien, volvamos a mis otros maestros
predilectos, los iluministas, para abordar el tercer aspecto que nos interesa
en esta charla: la conjugación texto e imagen. En la Biblia Pauperum tenemos el
uso del globo que hoy asociamos a los comics. La economía del lenguaje que los
globos, y otras formas de conjugación de texto e imagen, facilitan y agilizan
la lectura, si estamos considerando poblaciones poco letradas. La
transformación del texto en imagen y viceversa tiene también un poder de
comunicación que parece haber sido bien comprendida en la edad media. Un
ejemplo encontrado en los manuscritos: un texto escrito con la forma de la
cruz.
Me gustaria destacar una posibilidad que
les agrada a los pequeños lectores: los libros escritos como "carta
enigmatica". Estos libros parecen favorecer la reteción del contenido de
la lectura. Mi hipótesis es que los lectores iniciales por la dificultad de
deletrear de a poco el texto muchas veces no consiguen recordar lo que leyeron
al llegar al final de cada página, En estos libros los dibujos ayudarián a
recomponer la lectura. En esa página Su Alteza la Divina, haciendo tres con los
dedos, nos recordara que es preciso acertar tres adivinanzas. Y los ahorcados,
rey, soldado, capitan, truhán, que los primeros pretendientes no tuvieron
éxito.
Una segunda hipótesis: como la lectura
funciona como un juego, es necesario un esfuerzo para darle un sentido a la
frase. Este esfuerzo sería también un factor que ayudaría en la retención del
contenido.
En este libro "Una novela casi
completa", le propongo al lector que me ayude a terminar los personajes de
los cuales solo tenemos los contornos. No se trata de colorear: faltan ojos,
boca, ropas, cosas muy importantes en ésta historia teatral, novelesca.
Esa conjugación del texto y la imagen se
hace también de maneras más sutiles. El libro "A banguelinha" fue
dibujado por un personaje. Podemos ver el trazo del viejo. Les aseguro que éste
trazo no es mío. Y podemos ver que el libro fue escrito con letra de su antigua
máquina de escribir. Esa coherencia en la vejez, ayudará al lector a comprender
y ser compasivo con las vacilaciones del texto que deja algunas dudas en cuanto
a la existencia y el sexo de los ángeles. Por lo menos así lo espero.
Convengamos, el ilustrador-narrador omnisciente no siempre es el narrador más
expresivo.
Aquí quien cuenta las historias de espanto
soy yo misma. Pero las cuento como las oí de niña. Y como niña, dibujo. Ahora
el temblor del trazo es debido al pavor que las historias me provocan.
Me gustaría, por último, comparar un ABC en
forma de libro y mi ABC para internet. Ustedes tendrán derecho a queja, pues mi
compromiso era el de hablar sobre cuentos e imágenes. Tal vez hasta parezca una
provocación. Es que a nosotros, los que escribimos y dibujamos para los niños,
se nos recomendó insistentemente no enseñar nada en nuestras historias, durante
los últimos 30 o 40 años. Intentaron de todas las formas posibles convencernos
que era posible contar una historia sin ninguna ideología. Literatura debía ser
sólo placer. Es verdad. Conocer un nuevo personaje es placer pero al mismo
tiempo es conocer, saber.
Vamos pues a considerar la posibilidad del
ABC ser un primer cuento que le ofrecemos a un niño. Un cuento de misterio
escrito en código para ser descifrado. Es cierto que su trama es un tanto
fragmentada, pero, al final, eso no está en desacuerdo con la literatura del
siglo XXI.
La verdad debo confesar que coloqué el
título antes de preparar la ponencia y ahora estoy en apuros. Pero si una de
las funciones de la literatura es la de abrir puertas y ventanas y ampliar
nuestra pequeña visión en nuestra rápida pasada por el mundo, esforcémonos un
poco y aceptemos el ABC como primer cuento. Un cuento que una vez descifrado
nos promete la llave para descifrar un mundo.
En mi ABC tenemos una adivina para cada
letra. La respuesta se esconde dentro de la hoja doblada. (Diapositivas
32/33/34/35) Veamos ahora en internet como el juego funciona. No tiene sentido
copiar el libro en esta nuevo medio. Es necesario reinventar prácticamente
todo. No hay páginas que pasamos y abrimos. Las posibilidades, la estructura es
otra.
Veamos también en Internet mi recuento de
la Historia para acostarse más temprano. Es una lectura dramatizada de la forma
más simple y lineal de cuento. "El niño vio a la mujer que bostezaba y
bostezó también. La niña vio al niño y a la mujer que bostezaba y bostezó
también. El perro vio a la niña, y al niño y a la mujer que...". Pero,
esperen, todo salió fuera de lugar y nuestro lector tendrá que resolver la
cuestión para que ellos puedan dormirse más temprano como manda el texto.
Ciertamente la posibilidad pedagógica queda
más acentuada en estos trabajos para Internet donde el juego se puede prolongar
en experimentaciones y tentativas de aciertos y errores. La posibilidad de
asociar los dos medios para regalar a nuestros niños el placer de poder leer
bien pronto me viene interesando cada vez más. Pero en los nuevos medios los
cuentos se van a transformar en una otra cosa que todavía estamos
experimentando. Y los libros, con sus características y posibilidades propias,
así espero, permanecerán como fueran criado en el inicio del ultimo milenio. Ó
sea, perfectos.
*V. Lowenfeld-WL.Brittain, Desenvolvimento
da Capacidade Criadora, Editora Mestre Jou, São Paulo 1970. Figuras 86, 82, 83,
80.
**http://www.angela-lago.com.br/ABCD.html